Tornado en Puerto Varas. Por: Pablo Hübner, director The Puerto Varas
Lo que ha vivido durante los últimos días Puerto Varas pasará a ser parte del libro de la historia local. Son días que nunca se olvidarán. El recuerdo no será para todos el mismo, cada quien lo ha vivido a su manera, pero al menos, producto de esta situación, nadie tuvo que asistir a un funeral. La vida se resguarda, lo material se recupera, el dolor se apacigua paso a paso, en el difícil camino hacia las soluciones y en la lenta maduración del impacto que este momento ha provocado.
Decir que son sólo cosas materiales no es cierto. Hay un apego hacia las cosas. Representan momentos, etapas de la vida, sensaciones y certezas, que en un mundo incierto y en constante movimiento, son importantes. Las cosas también tienen una vida que palpita en los sentimientos que generan, sobre todo en el tránsito entre que se quieren, se tienen, y luego se pierden. En esta relación hay un desprendimiento que no se debe minimizar. Una casa es un hogar, un negocio es un sueño de realización, una foto es un recuerdo de un tiempo del pasado que vive impreso en un papel. Puede ser también un tesoro.
La adversidad de la naturaleza grita como un recordatorio ante el antropocentrismo exacerbado, que asume poder gobernar lo salvaje, lo impredecible, hasta que pasa algo como esto, que en cosa de segundos, te desprende los techos, te rompe los vidrios, te tira los postes eléctricos al suelo y te recuerda el cielo con su infinito. Si algo quedó claro con el tornado es que lo grande y lo pequeño viven en el mismo escenario. Lo positivo es que esa vulnerabilidad es también una fuente de fortaleza que forja resiliencia cuando más se necesita.
Lo que ha pasado después del tornado ha demostrado un rasgo propio de la identidad local. La reacción de toda la comunidad es también una manifestación social, tal vez la más grande de la historia de la comuna. Miles de personas unidas para lograr salir adelante en medio de la adversidad, entre las nubes y los claros en el cielo, las mañanas y las noches frías, el café en la calle humeando como el aliento, para seguir trabajando con el regocijo del cuerpo caliente en un entorno frío. Ha sido triste, sí, y ha sido hermoso, también. El contraste de la escena tiene múltiples colores. Manos que se acercan a las camionetas para bajar material de construcción, viajes con la carretilla, llamadas por teléfono para conseguir apoyo, comida preparada por voluntarios para voluntarios. Un techo destruido, una persona que no es propietario de esa casa intentando arreglarlo, mientras procura no caer en el intento.
Bomberos, Carabineros, Fuerzas Armadas, personal de las empresas eléctricas, estudiantes, grupos de scouts, profesionales del rubro de la gastronomía, turismo, psicólogos, amigos, conocidos, desconocidos, todos. La solidaridad que demostró y que sigue demostrando Puerto Varas refleja en los hechos una fraternidad que bien se puede aceptar como una garantía de seguridad. Un seguro: nadie vive solo. Nadie está solo. Así lo ratifica con nobleza y esperanza la ausencia de hechos delictuales durante los momentos más oscuros de la tragedia.
El trabajo realizado por el alcalde de la comuna y todo su equipo merece justo reconocimiento. Se ha actuado a la altura de la circunstancia, con entereza ante el dolor, ofreciendo soluciones desde la empatía y una conducción con sentido de liderazgo y de urgencia. Escuchar cada balance diario, las entrevistas a medios locales y nacionales, da cuenta de que a pesar del caos, hay un control y hay un manejo. Esa sensación, en momentos como los vividos, era simplemente fundamental. En la incertidumbre ofrecer certeza es como un vaso de agua en medio del desierto.
Puerto Varas sale fortalecido luego de la tragedia, incluso, asumiendo lo mucho que queda por avanzar, un proceso que será complejo, con una realidad que presiona a que sea lo más rápido posible. El paso de la urgencia no puede ser el pasaporte hacia el olvido, acentuado por la postergación alarmante que se ha visto en otras desgracias ocurridas en el país. Reactivar la economía local, junto con apoyar la reconstrucción, son prioridades para los días que vienen.
Se podría haber hecho mejor, sí, no, tal vez. Quién hizo más, menos, qué faltó, qué sobró, también. Todo eso es meritorio de debate: la insuficiencia de los anuncios del Presidente de la República de Chile y su visita, los protocolos de asistencia a diversas reuniones por parte de otras autoridades representantes, la sobre exposición performática generalizada en redes sociales con palabras de apoyo, que incluso, con pago de publicidad, hicieron del sentimiento aparente oportunidad. Pero, ese debate no es más importante que todo lo mencionado. Con todo, contra todo, Puerto Varas no sólo se ha puesto de pie: es más fuerte que antes.