Piadosa o Clemente. Poema de Tiscoray
Y mi alma susurraba al viento tus caricias,
susurraba al infinito el asilo de tus besos,
enardecía, enardecía y enardecía a tus malicias,
procuraba que la escuchases, que calaran en tus huesos;
así mi alma susurraba al viento.
Piadosa o clemente, escucha en el abismo,
escucha lo que dice: mañanas, tardes y noches
—piadosa o clemente, o ambas—.
Reinante de mi alma, avasalladora de mi favoritismo,
escucha lo que dice: a tus besos, a tus labios
—piadosa o clemente, o ambas—.
Y mi alma susurraba al viento tus miradas,
susurraba al infinito el asilo de tus ojos,
enardecía, enardecía y enardecía a tus cuencas avivadas,
procuraba que la escuchases, que calaran sin despojos;
así mi alma susurraba al viento.
Piadosa o clemente, escucha en el silencio,
escucha lo que dice: mis horas no menguan, mis segundos no corren
—piadosa o clemente, o ambas—.
He roído, he llorado, he clamado;
al viento sentencio:
mi alma susurra, mi alma grita a tus ojos,
a tus párpados,
—piadosa o clemente, o ambas—.