Mi madre (de su sangre viene la mía). Poema de Frank Macha
Pienso en ella,
en su cuerpo que madruga antes del sol,
en su paso breve que no olvida
la labor ni la ternura.
Pienso si hoy bebió su agua lenta,
si el pan le supo a hogar
y no a costumbre.
Si el día le trajo sosiego
o solo faena.
Pienso en su cabeza adolorida,
como si el cielo entero
le pesara entre las sienes.
Y en los santos remedios
que me enseñó sin libros:
hojas de ruda,
manos de albahaca,
oraciones que se frotan como ungüento.
Pienso en sus molestias
que no nombra,
en su cuerpo que se cansa
como se cansan los ríos que han dado todo.
Pienso en sus arrugas,
cada una una historia,
cada una un silencio tejido
por amor callado.
Y en sus palabras al final del consejo,
suave como canto de cuna:
Todo va a estar bien, hijo mío.
Pienso en su mesa,
donde siempre hay algo tibio,
aunque no haya nada.
En la risa que me entrega cada tarde
como un manto,
como si el dolor no tuviera derecho
a quedarse mucho tiempo.
Pienso en las lágrimas
que ha regado a solas,
y en cómo ahora la alegría
le florece de nuevo en el rostro,
como un jardín que resistió la helada.
De mis actos no me pesa ninguno:
ella fue mi estrella primera,
mi vara de justicia,
mi sombra buena.
Pero hay algo
que reza en mi pecho cada día:
que no me toque enterrarla.
Que no me falte su voz primero.
Que no me quite la vida
esa raíz que me sostiene.
Porque si ella se va antes que yo,
no habrá tierra que me quiera,
ni cielo que me ampare.
Poema de Frank Macha
Ciudad: Lima, Perú