14 de noviembre. Poema de César Mundaca
Indolente,
ignorante
y acobardado.
Así te ven tus vecinos.
Tu rendición
ante el nisei
fue el hazmerreír
de tu atormentada
región.
Cada
tropelía cometida
contra tu cuerpo
mosaico
era contestada
con tu ancestral
pasividad.
Hasta que arribó
un petulante bufón
costeño,
enérgicamente
vulgar
y se atrincheró
en tu palacio.
Ello desató
la incipiente tenacidad,
la frescura temperamental,
no de ti,
sino la de tus vástagos
más jóvenes
y más avezados.
Cuestionaron
aquello que
tanto avalaste:
el abuso.
Entonces,
tomaron
sus armas artesanales
para restaurar
la democracia.
Tus vástagos,
sí, tus vástagos,
tuvieron las agallas
para batirse a duelo,
en callejuelas
coloniales,
contra la guardia
pretoriana
del régimen tiránico.
Apretaron
los dientes,
se limpiaron las
lágrimas rabiosas,
quebraron brazos,
piernas, fusiles,
se agazaparon,
se tragaron los gases,
corrieron,
respondieron
pletóricos
de amor propio.
Algunos
cayeron bajo
el fuego artero,
¡cuánta impotencia!
Otros fueron
borrados del mapa,
¡cuánta crueldad!
Pese a la tragedia,
germinó
el sólido mástil
de la entereza,
el sólido mástil
de la dignidad.
Poema de César Mundaca
Ciudad: Lima, Perú