Presencia. Poema de Carlos Ardiles Irarrazabal
Hay una presencia permanente aquí,
Molesta su deambular moribundo,
Como si navegase de un océano a otro,
Camina entre bosques,
Entre las voces del silencio.
Incomoda cuando se detiene sin aviso
Y se petrifica como sueño de niñez,
Se hunde como el vacío que pesa demasiado.
Es una presencia engañosa,
Es una tormenta que acumula acuarelas
En sus lienzos de lluvias,
En sus atriles de nubes.
Se transfigura en los claroscuros
tonos de inviernos desdibujados,
Parece un recuerdo blanco
Fotografiado en la pared.
Es una presencia que se confunde con dioses escépticos,
Que se escribe en oraciones de un libro polvoriento
En la pared de una biblioteca sin visitantes.
Se aparece a veces mirando las luces de mi habitación,
Buscando salidas de emergencia
Bailando las canciones añejas
Que guardo entre mis pasos.
Desaparece otras tantas, pero no desaparece
Esta aquí eterna, inquieta, astuta
Que mira directo a los ojos
Que abraza como olas
Que calla como una montaña al amanecer
Que muerde como el frío
Que hiere, que hiere
Hay una presencia permanente aquí:
Es un nudo en la seda,
Una espina sangrante quizás,
Una sombra en el desierto blanco del destino;
Es veleidosa, es sugerente y nubosa
Se parece al inverno en el puerto aquel
En el mar de los respiros que me vio naufragar
Se parece a la lluvia de las muertes que me resucitaron
Hay una presencia permanente aquí:
Tu ausencia, intocable, lítica.
Poema de Carlos Ardiles Irarrazabal