Del lado de la taza
estaba aquella niña
a la que nunca le gustaron
las bebidas agrias;
y es que el alma,
con los años, se acida,
pidiendo en silencio
un dulzor que nunca llega.
Del lado de la taza
el espejo,
la sombra de mis labios.
Al lado de la taza
mi ser, mi alma, mi cariño.
Al lado de la taza
el beso que no di
y el beso
que jamás voy a dar.
Sí, justo al lado de la taza
está la mancha de mis labios,
como recuerdo, una vez más,
del té de media tarde
que reposaba en la mesa,
junto al papel
que mis palabras besa.
Poema de Viviana Álvarez
Ciudad: Tegucigalpa, Honduras