Elecciones, medios, política y publicidad. Por Pablo Hübner, director The Puerto Varas
Los medios de comunicación local tienen como deber el servicio público. Cumplir con este rol, favoreciendo un debate informado y crítico, con todas las posiciones sobre la mesa, es complejo, especialmente cuando las radios locales venden, de manera parcial, pero abundante, su línea editorial.
En la reciente elección municipal vimos candidatos de todos los sectores, que compraron horas y más horas de espacios radiales, para que, mediante entrevistas radicalmente clientelares, transmitan sus ideas a la audiencia, sin contra peso. En nombre justiciero de lo que llaman informar, redundan en decir y callar lo que estiman más conveniente. Son infomerciales disfrazados de contenido periodístico. Por lo general estos espacios duraban entre quince minutos a una hora, una o dos veces a la semana. La frase al inicio y al cierre de que las opiniones vertidas no representan el pensamiento del medio no consigue marcar la distinción necesaria entre periodismo y publicidad.
El hecho de que los políticos compren los medios de comunicación, para decir y callar lo que quieran, dependiendo de sus recursos, es algo que afecta la toma de decisión y el debate público. La credibilidad del medio pasa a ser funcional a la intención de homologar esa reputación a quien paga. Así, se compra y vende la sensación artificial en la audiencia de que lo dicho es cierto, porque se escuchó en la radio. Por si fuera poco, se produce una curiosa forma de censura entre los que pueden pagar y los que no, sometiendo la deliberación libre a la opción de que el que pone más plata, más chance tiene de ganar.
La diferencia entre la línea editorial y el área comercial son conceptos tan básicos como importantes para que los medios puedan tener financiamiento, así como también, libertad para ejercer su rol principal. Los periodistas nunca deben cobrar a un entrevistado por una entrevista, por razones obvias. Lo mismo aplica para la dirección editorial de los medios y la venta de sus espacios de emisión de contenido periodístico.
El periodismo justo, libre, profesional, es una manera de resguardar un debate público orientado a contribuir a la comunidad, que, en sus similitudes y diferencias, sí comparte un futuro común. Esto aplica incluso cuando la línea editorial del medio tiene un marcado acento de preferencia sectorial. Por ejemplo, durante el proceso electoral incluso el actual alcalde financiaba un programa en la radio con vínculo directo al ex alcalde y también candidato.
El hecho de que políticos compren parcialmente los medios de comunicación radial es un problema tan profundo como el hecho de que los directores de estos medios estén dispuestos a venderlos. Esta práctica por parte de las radios locales puede tener muchas explicaciones, entre ellas, las conocidas dificultades para financiar un medio de comunicación. No obstante, la necesidad de financiamiento no puede desnaturalizar su principal función.
El problema que explica esta situación es moral. Lo que no debería suceder, sucede, y como otros lo hacen, parece ser lo que hay que hacer. Es fundamental dejar de tomar decisiones con una calculadora en la mano. Los políticos que pagan deben desprenderse de la falacia de que lo que es bueno para ellos es bueno para todos, simplemente porque quieren lo mejor para todos. El espíritu del deber ser, en busca de un bien común más profundo que lo propio, debe prevalecer por sobre los intereses particulares, por bien intencionados que sean, especialmente en el dial local. Para las radios que venden parcialmente su línea editorial, es evidente que financiar un medio no puede ser a costa de renunciar a su rol de servicio público. Beneficiar al que paga va en contra de la gente que escucha. La credibilidad vale más que el dinero. La defensa del rol de los medios es también la defensa de la democracia.