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Una inicitiva de:

El Voluntarismo Político, Un Obstáculo para el Progreso de Chile. Por Loreto Kemp, Presidenta regional Evopoli

Chile enfrenta un problema crónico en su política: el voluntarismo. Este fenómeno, que se manifiesta en la constante promesa de grandes ideas sin su correspondiente ejecución, ha marcado los últimos años y ha erosionado la confianza de los ciudadanos en sus líderes. Vivimos en un país donde el discurso parece no tener consecuencias; donde las promesas vacías se usan para ganar elecciones, pero rara vez se transforman en políticas efectivas. Este voluntarismo es el gran enemigo del progreso y la estabilidad que Chile necesita.

El gobierno actual, liderado por Gabriel Boric, es un claro ejemplo de cómo el voluntarismo político afecta al país. Durante su campaña, Boric prometió cambios profundos en la educación, la salud y los derechos sociales. Sin embargo, tras más de dos años en el poder, su administración ha sido testigo de un colapso en áreas claves como la educación, con niveles récord de deserción escolar y una falta de respuestas concretas para los problemas estructurales del sistema​. Lo mismo se puede decir de sus políticas medioambientales, que han quedado en discursos llenos de buenas intenciones, pero sin soluciones reales. El caso del alcalde Garate en temas ambientales sigue la misma línea: promesas vacías que no se han traducido en acciones y que hoy mantienen a Puerto Varas como la tercera comuna con mayor contaminación en el aire.

Sin embargo, el problema no es exclusivo de la izquierda. Los sectores más conservadores también caen en el voluntarismo, particularmente en el ámbito de la seguridad. El Partido Republicano ha elevado el tema de la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico como su principal bandera de batalla, pero hasta ahora no han sido claros con la ciudadanía: estas problemáticas no se solucionan de la noche a la mañana. La seguridad pública requiere de políticas de largo plazo, coherencia en la implementación y, sobre todo, honestidad en la comunicación. La ciudadanía debe saber que los cambios profundos necesitan tiempo, compromiso y visión​.

Frente a este panorama, Chile no necesita más voluntarismo político. Lo que realmente requiere el país es un liderazgo moderado, que huya de los extremos ideológicos y que se concentre en soluciones pragmáticas, concretas y efectivas. Los sectores moderados, que representan una visión más centrada y realista de la política, son los únicos capaces de hacer los cambios que Chile necesita sin caer en el populismo. Un liderazgo que sea capaz de dialogar, de construir consensos y de ejecutar políticas con visión de largo plazo es lo que podrá sacar al país de la crisis de confianza en la que está sumido.

El avance real en política ocurre cuando se logran consensos que, muchas veces, implican que los partidos deben dejar de lado su ideario. Ningún partido queda 100% conforme cuando se cede en la negociación, y eso es lo que hace posible los avances. Se requiere coraje para despojarse de la idea de que una solución debe satisfacer únicamente a un sector. Alcanzar acuerdos implica priorizar el bien común sobre los intereses particulares de cada bloque político. Cada vez que la centro-derecha en Chile ha logrado un consenso, no han faltado quienes los tildan de ser la «derecha cobarde», como si ceder en ciertos puntos fuera una muestra de debilidad. Nada más lejos de la realidad: se necesita valentía para alcanzar mínimos comunes en lugar de refugiarse en posiciones rígidas que  sólo le hablan a su nicho y generan estancamiento.

El desafío para Chile es dejar atrás la política de trincheras, donde las propuestas son valoradas solo si benefician a un sector específico. El cambio en el sistema político que tanto se necesita no será posible si seguimos inmersos en esta lógica. El progreso del país requiere del coraje de todos los sectores para construir consensos que no beneficien solo a unos pocos, sino que apunten al bien superior de la nación. Avanzar significa despojarnos del egoísmo y trabajar juntos para lograr soluciones inclusivas, aunque estas no siempre satisfagan por completo a ningún bando. Solo así lograremos que las palabras se transformen en acciones concretas y que Chile avance hacia un futuro de estabilidad y progreso.

En definitiva, el voluntarismo político debe quedar en el pasado. Chile merece un gobierno que no solo prometa, sino que haga, y para ello necesitamos líderes moderados dispuestos a ceder y alcanzar acuerdos.